viernes, 13 de abril de 2012



Para empezar diremos que toda gran filosofía es práctica y que todo gran filósofo es práctico en el sentido de que busca la aplicación de su teoría en la práctica. Este interés no se debe a razones morales, sino a razones estrictamente gnoseológicas. En nuestro camino por explicarnos cómo es que llegamos al conocimiento necesariamente tenemos que hacer una introspección que nos llevará a analizar como es que se constituye nuestro pensamiento en la práctica cotidiana. Desde Sócrates "conócete a ti mismo" y la dialéctica platónica pasando por las Meditaciones de Descartes hasta Marx y la filosofía no como descripción sino como transformación de la realidad llegando hasta un Wittgenstein que llegó a la conclusión de que nada se puede decir sobre las cosas y que por ello vale más callar, y por ello decide primero aislarse del mundo y luego al empezar a trabajar como maestro de escuela y enfrentar sus teorías a sus alumnos, encuentra una incompatibilidad entre su teoría filosófica y la realidad, por lo cual decide formular una nueva teoría, totalmente distinta a la anterior, esto es, su famosa teoría de los juegos de lenguaje. Para la mayoría de los grandes filósofos el carácter práctico de su filosofía, esto es, su aplicabilidad y el posterior análisis de la realidad a partir de la nueva perspectiva no forma parte del cuerpo teórico expuesto, no porque el filósofo considere que no es necesario aplicar su teoría a la práctica, sino porque el filósofo toma por dado que lo primero implica lo segundo. Su pasión por avanzar en la búsqueda del conocimiento necesariamente lo conduce en esa dirección. Los filósofos no estudian los textos de otros filósofos porque sí, buscan enriquecerse, inspirarse, repudiar o refutar las posiciones filosóficas de otros para refinar la suya propia y la verificación última de su propia teoría la harán, si son serios, confrontándola con un análisis intersubjetivo de su propia subjetividad que es a final de cuentas su fuente de acceso al conocimiento. Este análisis, planteado expresamente por Husserl como reducción fenomenológica es un ejercicio práctico, que sin haber sido analizado explícitamente ha sido de hecho la herramienta de análisis de la realidad todos los filósofos auténticos anteriores y posteriores a él. Al analizarse a sí mismo en la práctica dentro de un marco de verificación intersubjetiva el filósofo arma una hipótesis sobre el carácter y funcionamiento de la conciencia humana, de la cual parte para tratar de explicar científicamente la realidad.